20 maneras para calmar a tu hijo en un día difícil

20 maneras para calmar a tu hijo en un día difícil

Se trata, en síntesis, de pequeñas acciones con las que tú y tu hijos se darán cuenta que ante un problema, ante un mal día, siempre encontrarán en el amor y la cercanía el apoyo necesario para enfrentarlo, hacerlo pasar y seguir adelante.

20 maneras para calmar a tu hijo en un día difícil: Usualmente pensamos que la infancia es la edad más feliz de la vida, una etapa que se asocia a ideas como la alegría, la armonía, el bienestar, el cuidado y la preocupación continua en torno a un niño.

Y si bien esto tiene mucho de verdad, también es cierto que cuando niños hay momentos en que nuestras emociones nos sobrepasan y pueden generar lo que ya adultos conocemos como un “mal día”.

Sí, los niños también pueden tener malos días, tus hijos también pueden sentirse decaídos emocionalmente por algo que pasa en su vida y que no son capaces de comprender o manejar.

Para situaciones como esta, te presentamos 20 sencillas acciones que el sitio The Pennington Point recomienda para “resetear a tu hijo”, para hacerle ver que aunque no podemos evitar los problemas en la vida, lo mejor es encararlos con la mente tranquila y la mejor disposición de ánimo posible.

1. Respira profundo. Pero de veras profundo. Después pequeñas respiraciones: respira mientras tú y tu hijo llevan sus manos por encima de la cabeza, expiren lentamente mientras bajan los brazos lentamente. Algunas pocas repeticiones y después de vuelta a las actividades habituales.

2. Salten. Que tu hijo deje lo que esté haciendo y dé 20 saltos. Esto es especialmente bueno cuando parecen tener energía de sobra y nada en qué ocuparla.

3. El juego de los colores. Con un día despejado o soleado puedes salir con tu hijos, llevando contigo papeles de colores que pegues en diversos lugares: un árbol, una banca, el parabrisas de un coche, etc. Una vez montado este escenario, sitúate en un punto más o menos central, desde donde puedas ver todos los colores y, cuando todos estén listos, grita alguno de estos. ¡Rojo!, por ejemplo, y que tu hijos (o hijos) salgan corriendo para traerte el papel. Puedes variar este juego combinando el nombre del niño con un color específico, para también hacer que todos participen y sea este un juego más que una competencia.

4. Juega en la cocina. Llena una tina con agua, otra con arroz, otra con frijoles o con popotes. Deja que tus hijos jueguen por periodos de 5 minutos con una de estas “estaciones de juego”, otros 5 minutos con otra y así sucesivamente. 20 minutos de esta actividad serán suficientes. Son estaciones o tinas sensoriales:

5. Juguetes de emergencia. Mantén algunos juguetes fuera del alcance de tus hijos para que sepan que pueden usarlos solo en ocasiones especiales. Cuando sea el momento adecuado, dáselos y permíteles que jueguen con ellos por media hora. Pasado este tiempo, regrésalos al clóset o el estante donde los guardes durante al menos otro mes. Si ambos cumplen este acuerdo, es muy probable que el recurso funcione para devolverle el ánimo a tu pequeño.

6. Jueguen. Puede ser uno de mesa o uno simple que no requiera más que el cuerpo, una hoja de papel y un lápiz, un par de dados, etc. A veces lo único que tu hijo quiere es que le dediques un poco más de atención.

7. Música. En la antigüedad se creía que la música domaba a las fieras, y aunque tu pequeño seguramente dista mucho de esta comparación, no son pocos los estudios que señalan el efecto tranquilizador y relajante que algunas tonadas tienen sobre nuestro pensamiento, nuestras emociones y aun sensaciones físicas como el dolor. Elige el ritmo de acuerdo al temperamento de tu hijo-

8. Haz algo inesperado y salvaje. Rasga papel, salta mientras gritas ruidosamente, ríe a carcajadas y con gestos excesivos, invitando a que tu hijo te imite. Después de 5 minutos de esta conducta di “¡Alto!”, y espera a que todo vuelva a la tranquilidad.

9. Recuéstate en el pasto. Igualmente si el clima lo permite, salgan hasta el prado más cercano y échense de cara al cielo. Hazle mirar las nubes o simplemente quédense en silencio.

10. Bebe algo verde. El solo cambio de coloración de una bebida puede cambiar el ánimo de una persona. Además, se ha comprobado que el color verde estimula la creatividad.

11. Que tu hijo se arrastre un poco. Que pase sus zapatos a sus manos y que recorra la casa de esta manera. Con 15 minutos será suficiente. 

12. Un baño. No uno habitual, sino uno relajante, uno que le permita jugar en el agua. Si es es una tina, mejor, pero la ducha también puede funcionar.

13. Lean. Preferentemente una lectura dinámica, fingiendo voces y haciendo ademanes atractivos, personificando lo que el libro indica, incorporando el entorno para simular el escenario.

14. Tómense de las manos. Caminen así un poco mientras hablan de cosas cotidianas.

15. Adivinanzas. Planteales una pregunta, una adivinanzas, un dato que no conozcan y pueda sorprenderlos o estimularlos. Pregúntales en qué película estás pensando, en qué personaje de qué caricatura, en el color del suéter que papá llevaba puesto esta mañana.

16. Que coloreen su nombre. Que lo escriban grande, grande, en una hoja de papel y luego que lo rellenen de colores y crayolas.

17. Dales un refrigerio. Algo rico y saludable que venga acompañado de unas palabras cariñosas.

18. El juego de los murmullos. Por 5 o 10 minutos nadie hablará más que en murmullos y se hará el menor ruido posible. Hasta pueden caminar de puntitas.

19. Juega a los animales. Pídele a tu hijo que actúe como el animal que le digas.

20. La cámara lenta. Que todo se mueva lentamente. Que te sigan por la casa como si todo pasara en cámara lenta. O que uno de tus hijos haga de líder para que los demás imiten sus acciones.

Se trata, en síntesis, de pequeñas acciones con las que tú y tu hijos se darán cuenta que ante un problema, ante un mal día, siempre encontrarán en el amor y la cercanía el apoyo necesario para enfrentarlo, hacerlo pasar y seguir adelante.

 

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