4 acciones que debilitan el vínculo con tus hijos
Educar es una aventura que dura toda la vida, ahí donde nadie es un verdadero experto. No obstante, basta con apoyarse en los pilares de la comprensión, del cariño…
Ser papá, mamá, abuelo, abuela e incluso un eficaz educador, no es sencillo. Cada niño viene a este mundo con unas necesidades propias que debemos saber cubrir, con unas virtudes que potenciar y unas emociones que alentar, guiar y desplegar. Cada niña, cada niño son únicos en su existir, actuar, crecer…
Educar no es sólo enseñarles a leer, o mostrarles cómo pueden realizar su trabajo de investigación para el colegio, o asegurarnos que hagan los deberes o tareas. Ser padre o madre no es regalarles un teléfono móvil para su cumpleaños, ni asegurarnos que les ponemos el cinturón cada vez que se suben al coche. Es mucho más que todo esto… mucho más.
Sin embargo, en ocasiones, a pesar de conocer la teoría no aplicamos la práctica. Porque además de ser padres y madres, tenemos otros muchos roles: somos pareja, empleados, empresarios, o buscadores de nuevos empleos, almas que quizá, ansían aún cumplir sus aspiraciones, en medio del rumor cotidiano en el que sin saber cómo, empezamos a cometer errores en la educación de nuestros hijos.
Si ya eres papá o mamá, recordarás también cuando fuiste hijo, y sabrás sin duda que hay cosas que agradecer infinitamente a los padres y otras tantas que creemos no vamos a repetir con nuestros hijos. Si tu infancia no fue especialmente feliz, entenderás también qué aspectos rompieron ese vínculo emocional con tus padres, esos errores que no deben repetirse bajo ninguna circunstancia con tus hijos.
Hay muchos hábitos negativos, pero te compartimos 4 acciones que rompen o debilitan el vínculo emocional con tu(s) hijo(s):
1. No le escuchas.
Los niños hablan mucho, y sobre todo preguntan mucho. Te abordan con mil cuestiones, dudas infinitas y con cientos de comentarios y opiniones en el momento más inoportuno. Desean saber, explorar, entender, experimentar, quieren compartir y desean comprender todo lo que acontece ante ellos… No olvidemos que para ellos todo alguna vez es novedad.
Cuando los callas, cuando usas el “shhhhhhhhh”, si los obligas a guardar silencio o si no atiendes sus palabras, o si cualquier otra persona tiene prioridad para hablar contigo menos ellos…, lo que vas a conseguir en un breve plazo es que el niño deje de dirigirse a ti. Y lo hará prefiriendo sus propios espacios de soledad detrás de una puerta cerrada que ya no querrá que cruces. No llegues a ese momento. Escucha a tus hijos.
2. Lo castigas, no le das confianza.
Son muchos los padres que relacionan la palabra educación con sanción, con prohibición, con un autoritarismo firme y rígido donde todo se impone y cualquier error se castiga. Este tipo de enfoque educativo lo que ocasiona es una falta de autoestima muy clara en el niño, una inseguridad y a su vez, la ruptura del vínculo emocional con ellos.
Si castigamos no enseñamos. Si yo me limito a indicarle al niño todo lo que hace mal, jamás sabrá cómo hacer algo bien. Si no le ofrezco opciones, medidas o estrategias, me limito a humillarlo. Y todo ello va a generar en él, rabia, rencor e inseguridad. Evítalo siempre.
3. Lo comparas y lo etiquetas.
Pocas cosas pueden llegar a ser más destructivas que comparar a un hermano con otro, o comparar al niño con otro para ridiculizarlo, para darle entender sus escasas facultades, sus fallos, su poca iniciativa. En ocasiones, un error en el que caen muchos padres es hablar en voz alta delante de ellos como si los niños no les escucharan.
“Es que mi hijo no es tan listo como el tuyo, es lento, qué se le va a hacer”. Expresiones como estas son dolorosas y generan en ellos un sentimiento negativo que propiciará no solo el odio hacia sus padres, sino un sentimiento de inferioridad.
4. Le gritas, te apoyas antes en las órdenes que en los argumentos.
No vamos a hablar aquí del maltrato físico, damos por sentado que no hay mayor forma de romper el espíritu de un niño y el vínculo emocional con un niño como cometer este acto imperdonable.
Ahora bien, hemos de ser conscientes de que existe otro tipo de maltrato implícito casi igual de destructivo, como es el psicológico, ese en el cual, se merma por completo la personalidad del niño, su autoconcepto y la seguridad en uno mismo.
Hay padres y madres que no saben dirigirse de otro modo a sus hijos, como es a través de los gritos. Levantar la voz sin razón justificable provoca un estado de excitación y estrés continuo en los niños, no saben a qué atenerse, no saben cuándo hacen una cosa bien o mal. Los gritos continuados enervan y hacen daño, puesto que no hay diálogo, sólo órdenes y reproches.
Hay que ir con sumo cuidado con estos aspectos básicos. El no escuchar, el no hablar, el no mostrar apertura, comprensión o el usar la sanción o el castigo por encima del diálogo, son modos de ir alejando poco a poco a los niños de nuestro lado. Nos verán como enemigos de los que defenderse y romperemos el vínculo emocional con ellos.
Educar es una aventura que dura toda la vida, ahí donde nadie es un verdadero experto. No obstante, basta con apoyarse en los pilares de la comprensión, del cariño, y en un apego saludable que propicie la madurez y la seguridad en esa persona que es a su vez, parte de ti.