¿Cómo abrazar amorosamente tu cuerpo de post parto?
Para todas las mamás, que después de parir se encuentran juzgando y criticando su cuerpo.
¿Cómo abrazar amorosamente tu cuerpo de post parto? Para todas las mamás, que después de parir se encuentran juzgando y criticando su cuerpo. Este es un texto que escribí hace tiempo, cuando me encontraba inmersa en mis trastornos de alimentación. Después de haberme aprendido a amar, a cuidar y a aceptarme, honrarme y venerarme, tras sentirme completamente sanada de aquellos asfixiantes juicios hacia mi cuerpo, tras todo eso, me tocó parir. Entonces, al ver mi cuerpo completamente distinto: mi panza colgada, mis senos gigantes, se activaron todas aquellas memorias. Me sentía gorda y fea. Volver a leer esto me ayudó. Recordar que mi cuerpo es un templo y volver a abrazarme con amor. Aquí se los dejo a las mamás que estén pasando por este a veces duro proceso de reajuste de sus cuerpos. ¡Las amo!
Mi templo sagrado… un secreto a voces.
Abro en este momento mi corazón para compartirlo con todas aquellas personas que en algún momento de sus vidas se hayan sentido poca cosa, para todas aquellas personas que, como yo, hemos buscado la perfección para validar nuestra existencia. Y hemos acabado derrotados, llorando porque nuestro juez interno, el tirano más poderoso de este cuento al que llamamos vida, ha logrado de nuevo su cometido y nos ha hecho creer, una vez más, que somos defectuosos, que no somos dignos de ser amados. Y hoy levanto la voz por todas las mujeres que se despiertan por la mañana repudiando su cuerpo, que al verse en el espejo no pueden reconocer y amar esa imagen divina que se encuentra frente a ellas. Hablo hoy de mi dolor y del dolor de mis hermanas del camino. De todas las veces que me he cachado expresando severos juicios sobre mi cuerpo, y que al externarlo, resuena con todas las quejas de aquellas mujeres que piden a gritos poder reconocer toda la belleza que les fue otorgada como derecho divino. ¿Quién nos arrebató el derecho de sentirnos hermosas?, ¿Quién se acepta tal y como es, en total y absoluta integración?, ¿Cuántas veces nos sentimos como si nuestro cuerpo no fuera nuestro en realidad?. Somos víctimas de un sistema que sólo puede sobrevivir en el momento en el que todas creamos que no somos suficientes tal y como somos… Nunca eres lo suficientemente bella, lo suficientemente flaca, y no sólo nosotras, tampoco ellos son lo suficientemente ricos, lo suficientemente poderosos, lo suficientemente informados…, en fin, simplemente así como eres, no eres suficiente, y así comienza nuestra larga carrera para vivir allá afuera, corriendo obsesivamente para ser más atractivos, más ricos, más poderosos, esperando con ansias que llegue el momento en el que alguien reconozca aquello que no hemos querido reconocer nosotros mismos: Que nos digan que somos suficiente ahora, que somos perfectos tal y como somos, que no necesitamos hacer nada, ir a ningún lado, mucho menos corriendo. Buscamos incesantemente la aprobación de los demás porque nosotros nos desaprobamos. Hemos entregado nuestro propio poder y visión a cambio de ser aceptados por las mismas fuerzas que lo han aprisionado. Por eso, en este momento, cansada, cansada de luchar, cansada de llorar, cansada de juzgar, respiro y me rindo, respiro y me permito regresar a mi cuerpo a sentir la vida que se expresa a través de él. Cada una de mis células tiene vida propia infundida de inteligencia divina. Cada una de ellas está sincronizada con el latido del Universo, manifestando el milagro de la vida. Porque sin cuerpo no podría manifestarme en este plano, porque no somos más que espíritus encarnados y cuerpos animados…, porque no existe la una sin la otra. Y levanto la voz en una plegaria para que todas las mujeres que no están contentas con su cuerpo, se inmunicen ante las demandas incansables de la sociedad y unamos nuestras voces para festejar a la diosa que vive dentro de cada una de nosotras, Afrodita, Vesta, la Pachamama…, porque somos un milagro de vida, porque somos armonía, gracia, magia, seducción, abundancia, fertilidad, sabiduría. Porque hoy permitamos que se manifieste a través de nosotros, a través de nuestros cuerpos, toda la belleza que nos corresponde por derecho divino. Y que nuestras miradas expresen chispeantes la luz de nuestro ser. Y cada vez que nos veamos en un espejo aclamemos orgullosamente: «eres mi templo sagrado y te amo». Que así sea… y así será.
Un fragmento de Volar Despierta, por Paola Beléndez.