Como disfrutar el tiempo que pasas con tus hijos
Las personas adultas nos olvidamos de disfrutar a los niños y por añadidura, de que ellos se sientan disfrutados.
Como disfrutar el tiempo que pasas con tus hijos… Todas las personas que estamos con niños: papás, terapeutas, maestros, sabemos lo importante que es contener a los pequeños, cuidarlos, ver su seguridad, alimentarlos, procurar un buen sueño y muchas cosas más que incluyen el día a día de amar, proteger y ayudar al desarrollo.
Sin embargo; tanto en consultorio como en papel de maestra, he visto repetidamente que las personas adultas nos olvidamos de disfrutar a los niños y por añadidura, de que ellos se sientan disfrutados.
Este podría parecer un tema trivial entre los miles que aquejan la crianza, sin embargo, no lo es, el cuidado de los pequeños, incluye, también, su cuidado emocional y el saberse disfrutado se convierte en un asunto vital, es sencillo comprenderlo si nos ubicamos en el siguiente panorama; imagina que estás en un grupo de amigos, que al llegar, se emocionan por verte, que escuchan tus historias del trabajo, que se ríen de tus chistes y que al irte te das cuenta que lo pasaron tan bien como tú, ahora imagina que no son tus amigos, que quien siente esto, son las personas que más amas, es más, son las personas de las que depende tu supervivencia.
Ahora que vemos lo que se siente saberse disfrutado, revisemos cuales son las implicaciones de este hecho:
Da sensación de importancia. Todo mundo queremos sentirnos importantes, sobre todo para nuestros padres, saber tempranamente que lo somos, ayuda a crecer con esta certeza, además aumenta el deseo de estar con quienes nos provoca sentirnos de esta manera. Los niños se saben vistos.
Se exploran las características individuales. Da la oportunidad de conocerse de forma profunda, de saber porqué otras personas desearían estar conmigo y se alcanzan a ver de forma real las virtudes y defectos, resultando en la capacidad de ser auténtico.
Permite conocer relaciones deseables. Si sabemos que las demás personas pueden disfrutarme, es la clase de relaciones que buscaré, esto reduce la posibilidad de encontrarnos en roles inflexibles de conflicto, como ser víctima.
Reduce malos comportamientos por llamar la atención. Al tener la atención sin necesidad de ser disruptivos, estas conductas se reducen (toda conducta que no obtiene beneficio se extingue) al contrario, los niños sabrán que pueden tener atención adultos solo por ser ellos mismos, que los adultos desean estar y ponerles atención.
Nos permite conocer a los otros. Al ser auténticos, conscientes de mis propias virtudes, puedo valorar las virtudes de los demás sin necesidad de competir.
Por aprendizaje vicario aprendemos a disfrutar. Al ver disfrutar a sus modelos principales de comportamiento, aprenderán a disfrutar ellos mismos.
Aumenta vínculo. Este punto es el más sencillo, es muy natural, las personas que más queremos a nuestro lado, son las que también nos quieren con ellos.
Y a veces, a pesar de que sabemos esto, existen elementos del contexto y de nuestro propio mundo interno que nos impide lograrlo como lo son: las expectativas de lo que debe ser, las expectativas de quien soy, la culpa que se produce al disfrutar, una sociedad “castiga” a quien la pasa bien ya que se consideran superficiales las personas risueñas, además de que en la actualidad, trabajar mucho, estar muy ocupado es premiado y muchas veces entre más cansados estamos, mejor nos sentimos con nosotros mismos, ser mártir es muy bien visto en esta sociedad.
Incluye en las actividades con tus hijos, aquellas que tú disfrutas hacer:
Ten un ritmo diario, esto permite que te relajes en planeación y que los propios niños estén más contenidos, encargándose sólo de estar en el momento.
Sé flexible.
Entra en el juego de fantasía con tus pequeños.
Da valor a la diferencia de tus chiquitos, sabiendo que ellos son seres independientes y totalmente distintos a ti, observa y disfruta eso, en vez de luchar en contra.
Ten actividades que disfrutas independientemente de tu familia.
Sal a la naturaleza.
Recuerda que no hay recetas y no necesitas ser perfecto o saberlo todo.
Si observas algunas características en ti mismo o en tu relación con tus hijos que no te permite disfrutarlos, busca ayuda profesional.
Psic. Daniela Ocaranza
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