Cómo nacemos y la evolución repensada: consecuencias a largo plazo
Es indispensable mirar con microscopio el momento del nacimiento, no podemos ser irresponsables ante la alteración y la manipulación biológica que hacemos sin preocuparnos o sin pensar en las posibles consecuencias…
Cómo nacemos y la evolución repensada… Todo tiene que ver con la manera en que nacen nuestros bebés. Desde los años 80´s ya se proponían teorías sobre cómo la manera de nacer afectaba nuestra vida, es decir; tenía consecuencias a largo plazo. Estos pensamientos se han confirmado con estudios hechos en los última década y específicamente en los últimos dos años en los que la epigenética ha puesto los ojos en el microbioma humano.
La ciencia ha cambiado la interpretación de la evolución de las especies y el hombre ya no es solo el homo-sapiens, sino un comprobado ecosistema de microorganismos que permiten no solo nuestra subsistencia, sino la de muchas especies. Nuestro ecosistema es nuestro cuerpo, en el que cohabitan millones de bacterias con millones de células que se comunican e interactúan entre ellas y con las células y microorganismos de otros organismos vivos.
Autores como Michel Odent han determinado que es en los períodos “críticos y sensibles” de la vida en los que la intervención innecesaria o el control excesivo del hombre en los procesos naturales afectan la salud humana. El concepto de “período sensible” fue introducido a principios de siglo por el genetista alemán Dr. Hugo De Vries y adoptado por María Montessori para hacer referencias a esas ventanas de tiempo importantes en el desarrollo de los niños pequeños, desde el embarazo y su nacimiento hasta la maduración del cerebros que consideraba sucedía entre los 6 y 7 años de edad. Los genética y los estudiosos de la salud primal consideran que esos períodos sensibles en el humano suceden durante la concepción, el tiempo en el útero, el momento del nacimiento, la primera hora que sigue al nacimiento, la lactancia y los primeros 7 años de vida en diferentes momentos.
Mas avanza la ciencia y sin embargo; las enfermedades auto-inmunes se hacen presentes en edades cada vez mas tempranas en la población global. Estas enfermedades han tenido un crecimiento desmesurado desde los años 50´s: autismo, diabetes, asma, obesidad, alergias, depresión, etc.
Muchos factores se cuestionan y se han estudiado como posible causas sin tener conclusiones absolutas a favor o en contra: las vacunas, la industrialización de los alimentos, la masificación de los antibióticos, la afectación transgénica de la comida viva… y ahora, también (felizmente) la manera de nacer de los seres humanos y lo hacemos o dejamos de hacer durante ese período sensible. La ciencia ha venido a demostrar que no estamos haciendo las cosas bien del todo y que nuestra intervención desmedida ha tenido consecuencias que afectan el orden natural y la evolución de nuestra especie.
No es un secreto que cada vez mas hombres y mujeres sufren por infertilidad, o que los problemas de conducta en los niños se han disparado en los últimos años, ni que los niveles de violencia y falta de empatía mantienen una sociedad agresiva… por eso vale la pena cambiar lo que sea posible para respetar los procesos naturales y orgánicos que afectan nuestra salud en la vida adulta.
Cuando un bebé nace, viene de un ambiente estéril y seguro que es el útero, luego al salir al medio ambiente, su cuerpo “necesita” ser colonizado de las bacterias que activen y fortalecen su sistema inmunológico y que colonizan su piel y sus sistemas al pasar por el canal de parto o la vagina de su madre. No se trata de ir a la caza de quienes lo han hecho mal, se trata de identificar cómo podemos hacerlo mejor, es el momento de hacernos las buenas y profundas preguntas… ¿Está el hombre contribuyendo activamente a su popa enfermedad y extinción?
No podemos negar que el uso y el exceso de cesáreas, antibióticos, anestesias, analgesias, oxitocina artificial y medicamentos varios afectan el epigenoma de la madre y su bebé por nacer y que estamos mirando los resultados en el metabolismo a largo plazo, tenemos evidencia epidemiológica pero aún no epigenética y si no ponemos atención, podríamos mutar nuestra especie antes de lograr comprobar que nos estamos haciendo daño.
Es indispensable mirar con microscopio el momento del nacimiento, no podemos ser irresponsables ante la alteración y la manipulación biológica que hacemos sin preocuparnos o sin pensar en las posibles consecuencias…, ¿Acaso nos estamos haciendo lo mismo que ya hicimos a nuestro planeta…?, ¿Estamos destruyendo nuestro equilibrio?
Como ecosistema que somos necesitamos entender que formamos parte del todo y que nos comunicamos con todo, con el ambiente, con el planeta, con los elementos, con otras especies vivas, todas ellas: plantas, animales, microbios. No entenderlo y no respetarlo nos llevará a una crisis de salud. No es ético ni responsable no conocer o reconocer los impactos que cada intervención tiene en nuestra salud: abusar de la cesárea, de los medicamentos, de los sedantes, de los antidepresivos, del corte prematuro del cordón umbilical, de no resguardar la lactancia materna, de separar a madres y sus bebés recién nacidos, de sobre medicar a los niños…, tenemos que reconocer que el nacimiento es importantísimo para la salud futura de nuestros hijos, esto es un problema de la humanidad, no de un estado, no de un país…
Un embarazo consciente, con un nacimiento consciente, nos llevará a ser conscientes de nuestra salud y nuestras emociones y las de nuestros hijos. En palabras del Dr. Michel Odent: “Actuemos ahora como si no fuera demasiado tarde”. La humanidad necesita el amor, la inspiración y la empatía para existir y subsistir, la tecnología no pueda darnos lo que la naturaleza nos concedió.
Karla Laran Twitter de la autora: @KarlaDoula