Educar a los niños hacia la autodisciplina

Educar a los niños hacia la autodisciplina

Podemos definir “autodisciplina”, como el control de nuestros impulsos de tal manera que somos capaces de satisfacer nuestras propias metas.

Podemos definir “autodisciplina”, como el control de nuestros impulsos de tal manera que somos capaces de satisfacer nuestras propias metas. 

El secreto para educar a los niños hacia la autodisciplina está en estar conscientes y saber que queremos lograr.

¿Cuántas veces llegan como padres a desesperarse  y por cansancio dan un “sí “que era un “no”…?

¿Cuántos límites al día rompen por tener prisa…?

¿Cuánta constancia en los límites existe…?

La congruencia entre los padres juega un papel fundamental…

La autodisciplina no se construye en un día, es un proceso que requiere de ciertos pasos junto con la constancia, observación  y paciencia hasta lograr que el niño lo haga por sí mismo, acompañado en este proceso por el adulto, marcando las directrices hasta que, a través de la repetición, logre la autodisciplina que sale de su interior y no una disciplina externa, impuesta y sin durabilidad.

Esta nota nos permite profundizar en la importancia del autocontrol, la autodisciplina y el valor de los límites como una contención y ayuda, necesarias para el desarrollo del niño.

“Junto con la inteligencia, el autocontrol resulta ser el mejor predictor de una vida exitosa y satisfactoria.” – Steven Pinker

“Usted con frecuencia menciona establecer límites y me pregunto si puedes ser mas claro. Siento que no soy buena en el establecimiento de límites y mis hijos probablemente sienten como que soy impredecible en lo que permito y lo que me hace enojar.” — Aurora

¿Por qué el autocontrol tiene que ver con el establecimiento de límites? Nuestros niños aprenden autocontrol de los límites que propusimos – pero sólo si estos se establecen con empatía.

Así es como funciona.

Cuando ejercemos la autodisciplina, por lo general; estamos renunciando a algo que queremos, en la búsqueda de algo que queremos más.

Así que cada vez que tu hijo decida cambiar lo que quiere hacer,  practicará regular sus impulsos. Se trata de estar en la construcción del músculo de autodisciplina. (O, en realidad, las vías nerviosas. Pero al igual que los músculos, estas vías neuronales se fortalecen con el uso, por lo que puedes pensar como en la construcción de un cerebro más fuerte que es capaz de trabajar más duro.)

Así que sí, por eso los niños necesitan límites. La crianza permisiva no ayuda a los niños a desarrollar la autodisciplina, ya que no pide a ejercer el autocontrol en la búsqueda de su objetivo más grande.

Hay una trampa, sin embargo. Los límites tienen que ser empáticos, para que el niño decida seguirlos. Límites punitivos o de castigo – incluyendo “consecuencias” – no ayudan a los niños a aprender a autorregularse, porque la motivación viene de fuera. Así que incluso, si hace lo que quieres, en realidad no esta “practicando” la autodisciplina y la construcción de ese músculo mental.

Pero los niños también aprenden la autodisciplina de los límites diarios que van estableciendo, siempre y cuando se les configura con empatía.

¿Por qué es la empatía esencial para este proceso? Debido a que tu hijo tiene menos probabilidades de luchar contra el límite. Puede que a tu hijo no le guste el límite, pero siente tu comprensión y compasión. Sabe que estás de su lado. Entonces es cuando elige regular sus propios impulsos. Acepta el límite, e incluso lo interioriza – lo hace propio.

Así es como tu hijo interioriza las normas y los valores. Todo inicia con la conexión hacia ti, desde ahí surge el deseo de querer complacerte, siempre y cuando él no tenga que renunciar a su propia integridad para hacerlo. Con el tiempo, empieza a pensar en sí mismo como el tipo de persona que se lava los dientes, hace su tarea, dice la verdad, y se presta una mano amiga. Eso hace que sea un niño feliz confiado, y cooperativo.

Desde el vínculo entre padre e hijo es que puedes llevarlo aceptar e internalizar los límites. ¿Y adivina cómo puedes mantener esa conexión? ¡Con Empatía! incluye la empatía cada vez que establezcas límites, mantente conectado, incluso cuando digas que no.

¿Cómo hacer un límite empático?

La empatía es aprender a ver el punto de vista de la otra persona. Y establecer límites es informarle a tu hijo de una regla o expectativa. He aquí cómo se combinan límites y empatía:

“Te encanta correr, ¿no?, puedes correr todo lo que quieras sobre la banqueta pero las calles no son para correr… Las calles son para los coches. Puedes tomar mi mano para cruzar la calle y ya del otro lado puedes correr todo lo que quieras”.

“Veo que estás muy enojado con tu hermano. Tu puede estar tan enojado como quieras, pero nunca recurras a los golpes. Ven, vamos juntos a decirle a tu hermano lo enojado que estás. Yo te ayudo”.

“Wow, ¿Sara puso esas fotos desde el sábado en Facebook? La regla en nuestra casa sigue siendo que la tarea va primero. Puedes checar Facebook una vez terminada la tarea. ¡Lo sé, es difícil esperar! Pero siempre es bueno tener algo que esperar, una vez que termines la tarea puedes hacer lo que quieras.”

Si un límite vale la pena, entonces también vale la pena ser consistente con ese límite. Puede haber momentos en los que es necesario un nuevo límite: “Me duele la cabeza y no puedo manejar con el ruido en este momento”.

Cada hogar tiene diferentes prioridades; los míos son de seguridad y salud, relaciones respetuosas y de valores. La pulcritud y el ruido, no tanto. Por supuesto, cada quien pone sus propios límites basado en lo que es importante para cada madre/padre.

¿Por qué hay que priorizar y renunciar a algo de lo que esperabas?

Debido a que tu hijo es un ser humano y se sigue desarrollando como tal. No puede ser perfecto, nadie es perfecto. Tu relación tiene que ser más acerca de la conexión y el descubrimiento de los límites y la frustración. Decir No muy a menudo socava la relación. Y por lo tanto la auto-disciplina de tu hijo.

Esther Fasja

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