Las madres que trabajan tienen derecho a amamantar y las madres que amamantan tienen derecho a trabajar
Es verdad que en México se ha realizado un esfuerzo para que los bebés que nacen en las instituciones públicas y en algunas privadas gocen del alojamiento conjunto y en consecuencia, logren también beneficiarse mutuamente de la lactancia materna. Lo anterior ha requerido la eliminación de algunas prácticas hospitalarias rutinarias que se utilizaban de manera indiscriminada con todos los recién nacidos, por ejemplo: el uso de cuneros fisiológicos, la separación de la madre y del bebé, la administración de fórmulas infantiles, etc., esto se ha logrado mediante una constante capacitación sobre la lactancia materna. Este cambio ha fortalecido en alguna medida la elección e iniciación de lactancias exitosas para algunas familias, sin embargo; no es suficiente.
Los derechos humanos corroboran que la lactancia materna es uno de ellos por ser un derecho que representa la alimentación y la salud de las madres y de los niños y niñas. Sabemos que la leche materna es el mejor alimento para los recién nacidos, que ofrece una alimentación nutricionalmente balanceada y que asegura la supervivencia, el crecimiento y el desarrollo infantil. También está comprobado que amamantar es un componente esencial para la crianza infantil, que contribuye al sano crecimiento y al desarrollo físico y psico-social del niño y que de manera adicional, contribuye al derecho a la salud de niños y mujeres al reducir el riesgo de contraer muchas enfermedades.
Existen incluso Acuerdos Internacionales que protegen el derecho a la lactancia materna como son:
Amamantar entonces es un derecho de toda mujer y en consecuencia de todo bebé.
Adicionalmente sabemos también de las recomendaciones generales de la Organización Mundial de la Salud y de la UNICEF sobre los beneficios de mantener una lactancia exclusiva durante al menos los primeros 6 meses de vida del bebé y de llevar una alimentación complementaria con alimentos sólidos hasta los 2 años o más.
¿Por qué entonces estamos entre los países con tasas más bajas de lactancia materna?
Parece que la respuesta deriva de la falta de conciliación entre las necesidades básicas naturales de la madre y del bebé como es el amamantamiento, con las necesidades económicas y sociales que llaman a la madre a la vida laboral, sin que exista entre ambos escenarios medios efectivos que garanticen la conciliación de ambas actividades esenciales para la mujer. Así, las madres a pesar de lograr iniciar una lactancia, la abandonan de manera temprana a su regreso al trabajo (en la mayoría de los casos a los 45 días del nacimiento de su bebé), por todos los obstáculos y retos que enfrentan o van a enfrentar y en otros casos, abandonan la lactancia incluso “antes” de volver al trabajo tratando de prevenir una futura dificultad que aún no las alcanza, sin considerar las consecuencias emocionales, físicas y sociales que esto tiene para ella, para su bebé y para la sociedad en general.
Cabe entonces reflexionar sobre la responsabilidad de promover y establecer prácticas que permitan a las mujeres que amamantan, trabajar; y a las mujeres que trabajan, amamantar; porque es a veces con la llegada de los hijos que las mujeres necesitan participar del apoyo económico en el hogar y con ello unirse a la fuerza laboral, y otras tantas, resulta que se trata de mujeres que ya tienen carreras o trayectorias profesionales o laborales que no quieren abandonar con la llegada de su bebé.
Así, toca al Gobierno, a los legisladores, a la sociedad civil, a los medios de comunicación, a los profesionales de la salud y a los empleadores, hacer lo necesario para asegurar de manera efectiva que las mujeres que deciden amamantar no sufran obstáculos para hacerlo, que no sean discriminadas tampoco, les toca promover que se reciba la adecuada información y el apoyo necesario para lograr no solo amamantar, sino mantener la lactancia a través del tiempo.
Es verdad que la decisión de amamantar o de no hacerlo es exclusivamente de cada mujer y de cada familia, pero los gobiernos deben proteger, promover y apoyar los derechos de todas las mujeres a amamantar a través del reconocimiento legal del derecho a la nutrición y a la salud, en la misma proporción debe preocuparse porque los empleadores provean adecuados permisos de maternidad (dada la práctica general en América Latina por al menos 4 meses pero preferiblemente por al menos 6 meses), lo cual implica generar un cambio en las políticas públicas y en las leyes y sus reglamentos para facilitar la lactancia materna exclusiva los primeros 6 meses de vida del bebé y con ello los beneficios no solo de salud, sino también fármaco-económicos que ello representaría. Un paso mayor sería poder incluir en los programas de educación sexual, el tema de la lactancia materna para que nuestros niños y jóvenes sean informados y se conviertan en adultos conscientes de la protección de este derecho.
A las empresas privadas y del gobierno les toca permitir horarios flexibles –ojalá por ley-, para las madres que regresan al trabajo, incluyendo intervalos de tiempo para amamantar o para extraer leche y que resulten realistas con las jornadas laborales y las distancias que las mujeres recorren para llegar a su trabajo, incluir esos derechos en sus Reglamentos Interiores de Trabajo, junto con el establecimiento de salas de lactancia y el acercamiento a guarderías que promuevan y manejen de manera adecuada la leche materna.
A la sociedad en general, nos corresponde proteger el derecho de las mujeres a amamantar en donde lo requieran, informar y educarnos respecto a la lactancia materna para retomar y cuidar su ecología, buscar información sobre las ventajas de la lactancia materna y facilitarla a las mujeres embarazadas para permitirles tomar decisiones informadas y a las mujeres con experiencia en lactancia, les toca pasar la voz con los consejos de lo que les ha funcionado para apoyar a otras mujeres.
Si logramos un poco de lo anterior, reconoceremos el “derecho” y no el beneficio que tienen las mujeres para amamantar y trabajar y viceversa, y todas las buenas consecuencias que eso traerá a nuestra sociedad.
Karla Lara
@KarlaDoula
Fuentes: