Lealtades familiares invisibles (lo que a veces nos ata...)
Son una especie de “códigos” que están situados en lo más profundo de tu mente en forma de creencias y de todo tipo de inhibiciones que te paralizan.
Lealtades familiares invisibles (lo que a veces nos ata…), son mensajes y ataduras que te impiden ser lo que eres o cumple con tu verdadera misión en la vida… Son una especie de “códigos” que están situados en lo más profundo de tu mente en forma de sistema de creencias y de todo tipo de inhibiciones que te paralizan.
Grandes autores como Alejandro Jodowrosky escriben sobre actos de psicomagia, estas acciones reales a las que les imprimas una intención para “hacer” o “deshacer” algo. Por ejemplo, cuenta Marianne Costa que en un momento de su vida escribió en un papel de pergamino: “soy una fracasada”, después lo firmó con una gota de su sangre y lo enterró. En ese lugar plantó una bella flor y empezó a diseñar su realidad liberada de esa maldición. (Es un acto psicomágico, donde nos liberamos de esos códigos que recibimos de nuestra familia).
Las lealtades familiares funcionan a manera de un contrato, es decir; un acuerdo de voluntades entre dos o mas partes que se comprometen a dar algo y a recibir algo a cambio. Solo que estos contratos están escritos sobre papel, ni siquiera son verbalizados, ni tampoco todos están en el plano de la consciencia. El nombre por ejemplo, cuando se va heredando… y que se acepta en desigualdad de condiciones, se “sellan” en la más tierna infancia: el niño intuye que el incumplimiento implica no ser querido, lo que significa la muerte.
Así, vamos repitiendo patrones y conductas que “corresponden” según nuestro sistema de creencias a conductas, acciones, omisiones, tradiciones y que la verdad es que no son nuestras, no nos son propias y si no cumplimos la posible consecuencia es ser expulsado del clan. Esto sucede las mas de las veces en nuestro inconsciente.
Estos contratos suelen afectar a nuestro ego y todos nuestros cuerpos: mental, físico, espiritual, emocional y energético. Algunos ejemplos:
Contratos intelectuales: muchas de las creencias que tenemos son contratos que mantenemos con nuestro árbol genealógico, ideas que se nos han transmitido desde nuestros bisabuelos y que no podemos cuestionar.
“Serás abogado, como los hombres de provecho de esta familia, en esta familia todos somos abogados.” (Esto puede suceder en familias en donde el artista es considerado menos o que en realidad no sabe hacer nada).
“En esta casa se habla cristiano” (No me salgas con querer estudiar lenguas…sólo hay que hablar una lengua: la materna…)
“Eres torpe como tu madre” (Una profecía que actúa como una maldición que acaba cumpliéndose cuando nos lo creemos).
“En la vida debemos dejar las cosas igual que nos las hemos encontrado” (Señal de que el árbol se ha estancado…).
“Un hijo nunca debe superar a un padre” (Una locura absoluta que se conecta con la neurosis de fracaso).
“Por mas que trabajes no vas a salir adelante” (Otra actitud que se conecta con la neurosis de la carencia).
“Los hombres (o las mujeres) no sirven para nada, nosotras nos bastamos y sobramos solas (o solos)” (Fatal actitud que desempiedra a hombres y mujeres y provoca relaciones inestables y condenadas al fracaso o a la infelicidad.
Los contratos intelectuales son como las “ideas irracionales” que describe Albert Ellis, raíces de nuestras emociones perturbadas y comportamientos desajustados. La verdad es que debemos y podemos deshacernos de cualquier creencia que no sea bella y útil en nuestra vida.
La psicogenealogía conecta con su famosa y en muchos casos efectiva RET (Terapia Racional Emotiva), en el sentido que la familia configura un esquema de creencias tóxicas que nosotros adoptamos por lealtad a ella y que se mueven en cuatro ejes fundamentales:
Los acontecimientos no son una conjugación de factores, nada tiene una única causa. Si nos sentimos culpables de algo, la mejor medicina es una fórmula con tres elementos: la aceptación, la reparación y el aprendizaje de lo sucedido para evitar en lo posible repetir el mismo error en el futuro.
Otros ejemplos de contratos emocionales: Suelen venir en formato de inhibiciones emocionales. Muy asociados a los niveles de consciencia infantiles…
Los contratos emocionales o lealtades familiares nos atan con fuerza al pasado y fomentan las relaciones basadas en la dependencia emocional. Disolver estos contratos es abrir al fin la puerta a la libertad de amar con un nivel de consciencia superior.
Ejemplos de contratos libidinales. Aquí están todas las inhibiciones creativas y sexuales:
Ejemplos de contratos materiales-corporales-económicos: Las inhibiciones económicas. Es necesario que encontremos los elementos que permitan separarnos de la violencia, del miedo y de la culpabilidad…
Todo esto insta a acomodarse con una pareja que ya no aporta nada, un trabajo insatisfactorio, una casa que no es un hogar y también a una ciudad, un banco, un grupo de amigos etc. Instalados en un territorio para siempre, porque nos han enseñado que arriesgarse es perderlo todo, en lugar de impulsarnos a seguir nuestros deseos como sabio camino de transformación.
Los contratos emocionales se cumplen por lealtad, pero también por temor a las consecuencias. Digamos que hay un miedo a ser castigados, a que se cumplan esas predicciones (maldiciones): “Si te divorcias, te mirarán mal”, “si te haces artista, vivirás en la pobreza”.
Un acto psicomágico para sanar este tipo de miedo al incumplimiento a lo que los padres ordenaron, consistiría en realizar metafóricamente la predicción, escenificándola delante de ellos para cambiar luego su desenlace.
Es conveniente recordar que no estamos en el mundo para realizar los sueños de nuestros padres, si no para realizar los nuestros.
Alejandro Jodorowsky
Fuente y desarrollo: Evolucionconsciente
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