Leche materna: inteligente y probiótica
La leche materna contiene alrededor de 130 oligosacáridos en forma de cadenas que no se rompen por las enzimas en el esófago del bebé, en el estómago o en el intestino.
La leche materna tiene una composición variable, se considera tejido vivo y varía con la hora del día y con el paso de los días en una misma madre, también varía a lo largo de la lactancia y aún dentro de una misma toma de leche. Todas las variaciones de la leche materna son funcionales, ya que la leche humana tiene el potencial de adaptarse a las necesidades individuales de cada bebé. Un ejemplo es el caso de las madres que alimentan gemelos o a más de un niño, si éstos tienen preferencia por un pecho determinado, puede encontrarse que cada pecho produce una leche diferente adaptada a cada niño. La leche materna contiene proteínas, azúcares, grasas, minerales, vitaminas, hormonas y enzimas, se encuentran en la concentración ideal para el óptimo crecimiento del bebé y en la exacta proporción entre los componentes, lo que implica menor sobrecarga renal y cardíaca.
Existen en la leche materna elementos esenciales que el bebé aún no está capacitado para sintetizar y que no recibiría de otra fuente (taurina, ácidos grasos, hormonas, enzimas). Un estudio reciente publicado en el American Journal of Clinical Nutrition encontró más de 700 especies de microbios benéficos en la leche materna. Esto no debería sorprendernos si consideramos que el intestino del bebé es estéril y libre de microbios buenos al nacer.
Estos 700 tipos de microbios tienen la misión de poblar el sistema digestivo del bebé y fortalecer y desarrollar con ello su sistema inmunológico y el adecuado desarrollo de su cerebro. Además, como es de esperarse la microflora contenida en el calostro o la sustancia que precede a la leche materna (también conocida como “oro líquido”) es significativamente diferente y única en su composición química que la leche materna que le sigue: la leche de transición primero y la leche madura después.
Existen algunos factores que pueden afectar la diversidad microbial de la leche materna:
Lo anterior nos sugiere que las hormonas involucradas en el trabajo de parto, tales como la oxitocina tienen que ver con la microbiología de la leche materna, cosa que no puede ser reemplazada o replicada en una fórmula láctea.
La leche materna contiene alrededor de 130 oligosacáridos en forma de cadenas que no se rompen por las enzimas en el esófago del bebé, en el estómago o en el intestino. En cambio, estas cadenas de oligosacáridos permanecen intactas hasta alcanzar el intestino grueso que alimentan a las bebéficas bacterias que viven en el colon. Estos oligosacáridos han demostrado tener efectos probióticos, promoviendo el desarrollo de Bifidobacterium bifidum, y otros microbios benéficos para el ser humano y que no están contenidos en la leche de vaca. Otro efecto maravilloso de los oligosacáridos es que la bacteria mala, virulenta y patógena se adhiere a éstos y no al intestino del bebé, lo que le permite reforzar su sistema inmunológico. De ahí la importancia de poblar nuestros intestinos con los buenos microbios que nos han sido quitados de a poco con tanto antibiótico, pesticidas, aditivos y por la costumbre de esterilizar todo.
Saber lo anterior confirma que la leche materna aporta al bebé factores inmunológicos que protegen al niño durante los primeros años de vida. La leche materna tiene anticuerpos bacterianos y virales y factores antibacterianos, antivirales y antiprotozoarios.
La leche materna es tan antigua como la humanidad. Durante milenios fue y ha sido el único recurso para la alimentación de los bebés y en una época, los que quedaban privados de ella estaban destinados a morir en breve de tiempo. La leche materna es la primera inmunización o vacuna natural que recibe el niño y lo protegen de infecciones frecuentes, que amenazan a éste durante el primer año de vida.
La leche materna contiene gran cantidad de componentes inmunológicos tanto humorales como celulares que conforman su función protectora contra virus, bacterias y parásitos. En la leche materna se han encontrado todas las clases de inmunoglobulinas. Se han identificado más de 30 componentes de los cuales 18 están asociados con proteínas en el suero materno y los otros se han hallado exclusivamente en la leche materna.
La inmunoglobulina que presenta mayores concentraciones en la leche materna es la IgA, principalmente en el calostro, pero su importancia no sólo radica en su concentración, sino también en su actividad biológica. En la leche materna se han identificado anticuerpos bacterianos contra agentes productores de infecciones en lactantes y niños.
También han sido identificados en la leche materna un número considerable de anticuerpos contra virus que causan enfermedad y muerte entre los lactantes y niños menores de 5 años. Los anticuerpos virales presentes en la leche materna tienen acción contra: Rotavirus causante de diarreas, Poliovirus 1, 2, 3, agentes causales de la poliomielitis, de gran importancia no sólo por las defunciones, sino por las secuelas que ocasiona; Coxsackie virus A9, B3 y B5; virus sincitial respiratorio (VSR) causal de la bronquiolitis; influenza, causa frecuente de infecciones respiratorias altas en el niño… Recientemente se aisló el herpes virus 6 (HHV-6) y herpes simple. En la leche materna se ha aislado el HIV-1 y seguramente con el avance científico se aislarán nuevos anticuerpos virales en la leche materna, que permitirán conocer mejor las enfermedades protegidas por esta, incluyendo la prevención de la obesidad y las enfermedades crónicas en la edad adulta.
La promoción, el apoyo y la difusión de los beneficios de salud, económicos, emocionales y ecológicos de la leche materna nos corresponde a todos. Se trata de conocer y de reconocer que la leche materna es lo óptimo para el ser humano al nacer y en sus primeros años de vida. Es verdad que la lactancia puede tener retos y no resultar sencilla o adecuada para muchas mujeres, pero es verdad también también que la naturaleza ha dictado que la leche materna sea el alimento exclusivo para los bebés y todos deberíamos hacer lo posible para que esa naturaleza tome su curso y que recuperemos la salud originaria o primal que nos corresponde a los seres humanos antes de intervenir nuestros procesos de nacimiento y de alimentación.
Apoyemos la lactancia materna por la mejora en la salud colectiva y para honrar la inteligencia que tiene la propia leche materna.
“En casos de emergencia y de extrema pobreza no existe ninguna otra intervención en salud que tenga un impacto tan alto para los bebés y las madres como amamantar y con un coste tan pequeño para los gobiernos.”
UNICEF
Karla Lara
Fotografía principal: kynan tait