Los libros y la máquina del tiempo

Los libros y la máquina del tiempo

“Los niños aprenden a leer en el regazo de sus padres” y desde ya contamos con este espacio en dónde usaremos la imaginación para enriquecer el intelecto y el amor por lo libros con hermosas recomendaciones de lectura para la familia y para los niños… Viajemos por la máquina del tiempo… #NoDejesDeLeer

Parece extraño cómo el tiempo en ocasiones se presenta ante nosotros. Miro el reloj y siguen siendo los mismo sesenta segundos que conozco desde que supe leer las manecillas; sin embargo, al tomar de mi librero el libro de Mark Twain, sentarme en mi sillón de lectura y hojearlo de nuevo, sentí que el tiempo se estiraba para luego encogerse, y el presente que algún día lo fue, ahora es pasado, memoria viva que se escurre en mi mente, como se escurren las gotas de lluvia sobre una hoja…

Una época, que si contara el tiempo como se debe, me llevaría a pensar en unos treinta y siete años atrás, pero la sensación es como si apenas hubiera transcurrido no más de un lustro. Me siento transportado en una máquina del tiempo en donde puedo verme con nitidez dando vuelta tras vuelta sobre el sillón giratorio de la sala de la casa de mis padres, el mismo espacio en donde mientras giraba y leía, el tiempo se detenía.

Tal vez el primero con el que empecé a girar fue con “El Principito” de Antoine de Saint-Exupéry. Mark Twain, Emilio Salgari y Julio Verne vinieron después; pero aquél sillón giratorio no solo daba vueltas a mi cuerpo, también a mi imaginación, como un reloj de cuerda que cada vez que giraba, daba marcha para seguir leyendo una página tras otra. -Ya no des más vueltas, te vas a marear-, me decían mis padres viéndome de reojo mientras también leían y se dejaban llevar por sus propias máquinas del tiempo. Aquellos días de lectura en compañía de mi familia, los recuerdo con nostalgia. Los libros siempre fueron parte de nuestro núcleo familiar, en ocasiones hasta en soliloquios nos comunicábamos con ellos. Por ellos intercambiábamos opiniones, argumentábamos, y a veces discutíamos. Cada quien tenía su propio prisma por donde se filtraba la luz que salía de aquellos libros que leíamos, yo entendía un libro a veces diferente a como lo entendía mi hermano, pero también nos imaginábamos cosas parecidas, era como cuando nos subíamos a un columpio en donde a veces lo veía hacia arriba, en otras hacia abajo y en otras más, -mientras subíamos y bajábamos- nos veíamos a la misma altura. Podía decir que algo parecido sucedía cuando intercambiábamos opiniones sobre aquellos libros que leíamos. Era una actividad que me divertía tanto, como el columpio en donde me mecía con mi hermano en el área comunal. El hecho de ver desde pequeño a mis padres con un libro en la mano, es el ejemplo que recibí de amarlos, de hacer de ellos un instrumento de convivencia.

Después de los años que han pasado, les doy gracias por ese ejemplo, son uno de tantos aciertos que he recibido a lo largo de mi vida y por los cuales tengo una forma de pensar más abierta, más incluyente. De los años que tengo leyendo, puedo decir que: hay que leer de todo, pero hay que saber escoger qué leer. Por eso, en este espacio, pretendemos recomendar algunas lecturas que puedan ayudar a los padres a despertar en sus hijos el amor por los libros y encontrar un espacio de convivencia familiar como yo lo encontré en la mía.

Por eso, #nodejesdeleer.

Juan Morán Bracamontesn @juanmorbra

Instagram juanmoranb

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