Mamá: yo te veo, ¿me ves tú a mí?
Mi propuesta es vernos unas a otras en el día a día, sin conocernos, simplemente por compartir la empresa que significa ser madres y ser mujeres, porque es verdad que con y sin hijos cada una de nosotras libra diferentes batallas todos los días…
Cuando doy mis clases de preparación para el embarazo les digo a mis alumnas que la maternidad es de todos los colores menos de color rosa. Y es que cuando se es madre dejamos de ser “yo” para convertirnos en “nosotros”, tener un hijo es hacer un espacio no solo físico en nuestro cuerpo, es descubrir un espacio emocional, espiritual en el que cabe el amor que le tenemos a ese hijo o hija, y así pasa con cada nuevo bebé, es como si creciera el corazón a la par del cuerpo y nos permite de nuevo transformar nuestro pensamiento, nuestras emociones y hacer otro espacio para volver a ser de nuevo “nosotros”, lo que se suma a la vida que teníamos desde antes.
Así nos convertimos y nos descubrimos en madres y nos estrenamos en ese rol llenas de emociones y a veces también de temores, la vida nos pone enfrente situaciones que provocan en nosotras muchas reacciones y ajustes, situaciones que sabíamos podían pasar y otras tantas que pueden ser inesperadas y damos todo lo que está en nosotras para resolverlo, la maternidad entonces no es color de rosa, porque aun cuando casi siempre se habla en positivo de la experiencia de ser madre y de todas las satisfacciones que trae consigo, es verdad también que hay días malos, días cansados, días difíciles, días de miedo, de frustración, de ansiedad, de confusión y hay días que sentimos que no podemos hacerlo solas, días en los que independientemente de nuestros hijos nosotras tenemos nuestras propias emociones con las cuales lidiar y en esos días la vida no se detiene, nuestro ritmo sigue junto con nuestras responsabilidades, agenda y horarios, y entramos y salimos junto con nuestros hijos y nuestras emociones encima y ahí afuera, en ese ir y venir nos encontramos con otras mujeres que pueden estar igual que nosotras y otras veces mejor, aquí es donde entra mi reflexión: cuando yo salgo y ando de prisa, cuando yo tengo un día que no es fácil, cuando mis emociones viajan por todo mi cuerpo y no se están quietas en mi mente, cuando me rebasan las preocupaciones y además tengo a mis hijos…, ¿Qué hago cuándo veo a esas otras mujeres?, ¿Qué hago cuando es al revés y yo teniendo un buen día percibo que ella tiene un día regular o malo?…, mi punto es: ¿nos damos realmente cuenta de lo que sucede alrededor nuestro?, ¿ponemos atención a las emociones y a las necesidades de otros?, no estoy asumiendo que al hacerlo nos toca resolverlo, solo estoy sugiriendo observar y ver…, porque a veces una mirada nos permite reconocernos en el de enfrente y crear un puente de empatía, una red que nos sostiene entre todas y que nos impide caer.
Yo hablo simplemente de vernos y de reconocernos, porque a mí me ha sucedido, me han pasado algunas veces los extremos: sentirme no solo observada, sino juzgada y criticada, en un día de prisa, en un día de crisis en el que he alzado la voz a mis hijos, en el que les he repetido algo muchas veces frustrada porque no hacen lo que les pido, he sentido las miradas duras por amamantar “en público” en un súper mercado, o por permitir que alguno de mis hijos llore hasta tranquilizarse sin que yo interfiera con ello, y al revés, me he sentido ciertamente invisible en medio de un caos temporal personal, queriendo acomodar 3 niños y cargar con mis cosas y resguardarme de la lluvia, o tratar de asegurarme que uno de ellos está bien después de una caída mientras otro corre por su cuenta lejos de mi y el tercero llora porque nadie le atiende…, etc., (aclaro que no siempre es así, afortunadamente también he tenido suerte de ser y de sentirme apoyada), pero esta vez me refiero a las veces en que eso no sucede, entonces me he dado a la tarea de ver, de observar, de poner atención y sobretodo de no juzgar, de no opinar si sí, de no opinar si no, de no hacer caras o gestos que incomoden, en todo caso, simplemente ofrecer una mirada empática y si es aceptada, también porqué no, una sonrisa. De mamá a mamá, de mujer a mujer, sin cargas emocionales, sin calificativos o adjetivos, mirando simplemente como cada una de nosotras allá afuera, en donde sucede la vida cotidiana que todos vemos, en donde cada una hace malabares con y sin esfuerzo para que nuestras vidas tengan un ritmo vital del que dependen muchos y que además nos gusta, si nos vemos entre nosotras, si nos reconocemos tenemos más posibilidades de hacerlo mejor y de hacerlo entre todas.
Mi propuesta es vernos unas a otras en el día a día, sin conocernos, simplemente por compartir la empresa que significa ser madres y ser mujeres, porque es verdad que con y sin hijos cada una de nosotras libra diferentes batallas todos los días y sería agradable contar con ese apoyo anónimo donde nos crucemos de frente con otra mujer, con esa desconocida que sin criticar simplemente nos reafirme que no somos invisibles y que no estamos solas y que “sea lo que sea” que nos suceda ese día bueno o malo para cada una de nosotras, simplemente nos comprende, que nos vemos y nos comprendemos.
Cada una de nosotras tenemos nuestra historia, nuestras emociones, nuestras preocupaciones y nuestra vida, compartir no siempre significa revelar lo que pensamos, significa a veces simplemente entender al otro, compartir nuestra vida allá fuera en donde nos encontremos con nuestras buenas y nuestras malas experiencias y vernos entre todas, esa es mi sugerencia, que solo por ser mujeres nos demos esa mirada amable, sin tratar de analizar lo que hay detrás, pensar simplemente que ese contacto visual puede cambiar el día de la mujer que lo recibe. De pronto se me antoja verte y que me veas… Yo te veo, ¿Me ves tú a mí?
Twitter de la autora: @KarlaDoula