El origen del bullying puede estar vinculado a la violencia en casa
No solo del exterior puede provenir el bullying, el comportamiento de los padres y la violencia en la casa se puede vincular al mismo.
El origen del bullying puede estar vinculado a la violencia en casa… Comencemos por entender que que es el bullying. El bullying es el maltrato físico y/o psicológico deliberado y continuo que recibe un niño por parte de otro u otros, que se comportan con él cruelmente con el objetivo de someterlo y asustarlo, con vistas a obtener algún resultado favorable para los acosadores o simplemente a satisfacer la necesidad de agredir y destruir que éstos suelen presentar.
El bullying implica una repetición continuada de las burlas o de agresiones y puede provocar la exclusión o el apartamiento social de la víctima.
Ahora bien, lo que pasa en nuestra casa es de suma importancia ya que la exposición a la agresión verbal y física de los padres puede perjudicar la capacidad de los hijos para identificar y controlar sus propias emociones. Dicen que niño ve, niño hace… Esto cobra especial importancia por el tipo de ejemplos de violencia que vienen de los padres pues en muchas ocasiones puede manifestarse en los menores en bullying o acoso escolar.
La agresividad intrafamiliar y cualquier tipo de violencia doméstica es una situación muy dura para quienes la viven, pero en el caso de los hijos, el tema es mucho más complejo porque los marcará para siempre y puede ocasionar grados de alta infelicidad a lo largo de su vida.
Verónica Rodríguez Orellana, terapeuta experta en casos infantiles y Directora de Coaching Club explica que:
“La exposición a la agresión verbal y física de los padres puede perjudicar la capacidad de los hijos para identificar y controlar sus propias emociones, en un ámbito como el colegio u otras instancias sociales”.
Un análisis realizado por Coaching Club revela que 3 de cada 5 casos de violencia entre los niños, protagonistas de casos de bullying o ciberbullying, viene derivada de actitudes aprendidas de los padres y de la vivencia de los reiterados enfrentamientos de los padres con el entorno que les rodea, en el coche, en entrenamientos, partidos de fútbol y todo tipo de actividades del día a día.
La mayoría de los casos de acoso escolar o de violencia entre los menores en los colegios está derivada de situaciones en las que los niños ven como natural la violencia física o verbal de sus padres con el entorno.
“Presenciar conflictos con altos niveles de violencia, puede configurar las respuestas neurobiológicas, cognitivas y de comportamiento de los más pequeños. Así, una hipervigilancia incrementada, que a corto plazo puede servir para garantizar la seguridad de un niño, a largo plazo en cambio resultaría perjudicial para su ajuste emocional. Por ejemplo, un niño que viva en tensión escuchando constantemente que los padres discuten o, dicen una cosa pero hacen otra totalmente diferente, puede llegar a ocasionar una respuesta emocional exagerada en otro contexto, como ante un problema leve, que surja en su clase”.
Esta psicóloga advierte que “los peores mensajes que se pueden dar a los hijos son los que instalan duplicidad. Doble moral. Discursos paralelos que dicen una cosa y luego se hace algo diferente”.
Es inevitable que los niños que sufren la violencia por parte de sus padres se vean afectados en sus habilidades sociales, pero cada uno desarrollará una personalidad diferente:
El niño aislado o esquivo.
Es aquel que busca protegerse a través del aislamiento. Estos niños suelen tener una personalidad tímida y pocas habilidades sociales. Suelen ser muy inseguros y de adultos esta situación puede no cambiar demasiado, incluso puede permitir que otras personas le agredan.
El niño victimario.
Contrario al niño esquivo, esta personalidad busca sacar su ira agrediendo a los demás de la misma forma en que fue agredido. De adulto puede convertirse en una persona violenta que dañe a quienes le rodeen, repitiendo el patrón.
El niño protector.
Esta característica es común en los hijos mayores, quienes suelen sentir la obligación de proteger a su padre o madre y hermanos víctimas. Al crecer, se pueden convertir en adultos que busquen situaciones conflictivas con la intención de seguir protegiendo.
Fuentes: Universia
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