¿Qué es el biberón pirata? y qué tiene que ver con la alergia a la proteína de la leche de vaca

¿Qué es el biberón pirata? y qué tiene que ver con la alergia a la proteína de la leche de vaca

Las mujeres necesitamos aprender, saber y entender que amamantar es un derecho vital que se trata de un tema delicado de salud pública, que nadie puede ofrecerle un biberón de fórmula a nuestro bebé sin nuestro consentimiento.

A pesar de que es hasta recomendado por la Organización Mundial de la Salud que la leche materna es lo mejor para los recién nacidos, sigue siendo una práctica común (que no por ello aceptable), que en muchos hospitales (sobre todo privados) se lleve a cabo una peligrosa medida para “ayudar” a las madres a que sus hijos estén más tranquilos en los cuneros o en la cuna, en tanto que la mamá “descansa” y espera la subida o la bajada de la leche y mientras eso sucede, se les da a los bebés un biberón con fórmula… ese es el llamado “biberón pirata”.

Muchas veces las madres no tienen suficiente información, otras veces no son consultadas para que consientan ese biberón de fórmula que se les dará a su bebé…, otras veces se maneja como un protocolo hospitalario incuestionable. Y en todo caso, sucede seguido que se ha instado a las madres a aceptarlo: “Dale un biberón, que así está más tranquilo y luego, cuando te suba la leche, pues ya lo amamantas”; pero otras ocasiones las madres no están enteradas de que esto ha sucedido.

Esto es el “biberón pirata”, un inocente ofrecimiento de uno o dos biberones con leche de fórmula, que no solo afecta el microbioma del recién nacido, sino que encima es causante de muchos casos de alergia a la proteína de la leche de vaca.

Las mujeres necesitamos aprender, saber y entender que amamantar es un derecho vital, que se trata de un tema delicado de salud pública, que nadie puede ofrecerle un biberón de fórmula a nuestro bebé sin nuestro consentimiento y que la leche materna tarda en bajar…, al nacimiento el recién nacido tomará el calostro, esas gotas doradas que importan la primera inmunización para el bebé y que tiene todo lo que el bebé requiere a nivel nutricional.

El apoyo es la información, no dar un biberón con fórmula.  

Sí, de verdad. Apostamos por que sea una práctica que vaya desapareciendo y que sea reprobada y controlada a todos los niveles, pero siguen siendo muchas las mujeres que explican que se llevaron a sus bebés y que se dieron cuenta de que les habían dado ese biberón. 

Ese biberón, esa mamila, esa dosis de fórmula es peligrosa porque la leche de vaca, como muchos otros alimentos, no tiene especificidad de especie y no se puede considerar que sea un alimento que los humanos aceptemos naturalmente porque sí. No venimos predispuestos a tolerarla (sus proteínas son extrañas para nosotros), así que nos tenemos que acostumbrar a ella desde el momento en que la ingerimos por primera vez. Y algunos nos acostumbramos, pero otros no.

El sistema inmune intestinal tiene la misión de defendernos de aquellas sustancias que son peligrosas o ajenas, así que cuando consumimos algo, se pone en marcha para analizar lo que le llega y valorar si hay algún peligro y debe activar o no la respuesta inmunológica.

Cuando un alimento llega por primera vez, con sus proteínas y microorganismos desconocidos, el intestino decide qué hacer. Si considera esos antígenos como “amigos”, a pesar de ser extraños, se dice que se ha producido una tolerancia oral (el bebé consume los antígenos, esas sustancias que no forman parte del cuerpo y le son extrañas, pero el intestino las acepta).

Esta tolerancia se basa en múltiples factores difíciles de explicar, porque aún no se sabe muy bien a qué responde. Se habla de que la tolerancia depende de la predisposición genética, de la naturaleza del antígeno, de la cantidad de antígeno que recibe el bebé, de la frecuencia con que se administra, de la edad al consumirlo por primera vez, del estado inmunológico del bebé (si está con gastroenteritis), si la madre consumía ese alimento embarazada, si lo consume mientras amamanta, etc.

En ocasiones, estos factores hacen que en vez de que se produzca la tolerancia, aparezca la situación contraria: que el cuerpo, al recibir ciertas sustancias que no conoce, las considere enemigas y actúe contra ellas. Es cuando se segrega la inmunoglobilina IgE y aparecen los síntomas de alergia. Cuando hablamos de la leche, hablamos de Alergia a la Proteína de la Leche de Vaca (APLV).

¿Pero por qué el intestino de esos bebés decide que no acepta las proteínas de la leche de vaca? Pues entre otros factores (de los comentados), porque la cantidad de leche que consumen es suficiente para provocar una respuesta, pero insuficiente para que haya tolerancia, hablamos de uno o dos biberones que como ahora sabemos, si provocan una reacción que no siempre es positiva.

Se sabe que las personas, los bebés, pueden clasificarse en dos tipos en base a su herencia genética, en lo que a alergias se refiere: los atópicos y los no atópicos.

Los no atópicos serían los niños con poca predisposición a padecer una alergia, y los atópicos serían aquellos que tienen más riesgo de padecer cualquier alergia, probablemente porque el padre y/o la madre son alérgicos a algo (no tiene por qué ser a la leche).

Los atópicos son los bebés también conocidos como “altorrespondedores”, que quiere decir que tienen un sistema intestinal inmune que responde actuando contra un alimento si no lo recibe en cantidad más o menos elevada. ¿Cuánto de elevada? Depende. Depende del umbral de cada bebé, pero los bebés atópicos tienen un umbral elevado en comparación con los bebés no atópicos, que con poca cantidad ya toleran un alimento.

Cuando un recién nacido recibe por primera vez leche de vaca a través de la fórmula para lactantes en un biberón, se produce una inducción de anticuerpos IgE; y en una segunda exposición se produce la diferencia: los “bajorrespondedores” aceptan el alimento aunque lo tomen en poca cantidad y los “altorrespondedores”, o atópicos, empiezan a rechazarlo, porque su intestino segrega aún más cantidad de IgE.

El biberón pirata y los biberones como suplemento de los primeros días, cuando el bebé come muy poca cantidad, no provocan ningún problema en los bebés no atópicos, pero pueden inducir la alergia en los bebés atópicos porque su administración no es continuada: el bebé recibe poco, una cantidad inferior a su umbral de tolerancia, y en vez de aceptar la leche, la rechaza.

Si desde el principio se les da biberón y cada vez que tienen hambre se les da otro, y así sucesivamente, a demanda, durante todo el día, la cantidad de leche es elevada y es mucho más difícil que el bebé desarrolle alergia a pesar de ser “altorrespondedor”.

Pero si solo se le da algún biberón de vez en cuando y la mayoría del alimento es la leche materna, o si se le da algún biberón los primeros días y luego dejan de tomarlos porque son amamantados, el riesgo es mucho mayor.

Ya es hora de que se elimine el “biberón pirata” de las maternidades, que se elimine el biberón por protocolo después de cesárea (también hay hospitales que dan un biberón tras la cesárea por la separación entre madre y bebé) y que solo se haga uso de la leche de fórmula, si el bebé será amamantado, cuando se tenga muy claro que su uso es necesario y por prescripción médica con toda la responsabilidad profesional que eso lleva.

Fuente y desarrollo del articulo: Bebesymas / @armando_bastida

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