¿Qué posiciones sexuales usar durante el embarazo?

¿Qué posiciones sexuales usar durante el embarazo?

Es importante revisar nuestra concepción de la sexualidad y reconocer que forma parte de nuestra vida y que la manera en la que la vivimos y disfrutamos influye en otros aspectos y comportamientos.

Algunos consejos para vivir plenamente tu sexualidad cuando estás embarazada:

Durante el embarazo la fórmula es sencilla: buscar una intimidad basada en el cariño y la comunicación, poner especial atención al intercambio de caricias, dar y recibir ternura y buscar la pasión e intimidad de diversas maneras, mantiene a la pareja en contacto y los hace sensibles a sus necesidades físicas y emocionales, estar de acuerdo en que el embarazo es una experiencia que comparten como pareja y que no es exclusiva de la mujer o del hombre, para así crear una relación fuerte, madura y confiable.

Es importante estar conscientes que durante el embarazo se atraviesan profundos cambios y que la pareja además de su rol de amantes, deben sumar sus roles de pareja y próximos padres y esforzarse mucho para seguir comunicándose amorosa y sexualmente a pesar de tales cambios. La paternidad hace más complicada la vida en común, pero también la hace más significativa.

Al momento del nacimiento las cuatro claves que explica la sexóloga Yvonne K. Fulbright, para lograr disfrutar al máximo del momento del parto son: (1) superar los temores, (2) asumir que el embarazo no es un obstáculo para la vida sexual, (3) estar dispuesta a abrazar la idea del placer sin límite durante el parto, y (4) no poner barreras psicológicas a la llegada del momento, si trasladamos estas recomendaciones al embarazo y al post parto pueden funcionar positivamente.

Por último, entender que nuestra vida sexual es uno de los factores que nos recuerda nuestra vitalidad, es decir; los cambios y la evolución en nuestra vida nos puede facilitar mucho nuestra manera de desarrollarnos frente a nosotras mismas y frente a nuestra pareja de una manera confiada y desinhibida y por lo tanto positiva o por el contrario, limitada y reservada y que quizá no nos deje recuerdos gratos. Mi recomendación es inclinarse por la primera opción, saber que nuestra sexualidad se transforma y que no por ello es menos placentera o satisfactoria, que el sexo tiene muchas formas y momentos, que depende en gran medida de la comunicación en la pareja, que la concepción, la gestación, el nacimiento, la lactancia y el post-parto son eventos naturalmente sexuales de la mujer y que deben en el mejor de los casos, hacerla sentir segura y empoderada para vivir y atravesar esas etapas con los respectivos cambios en su sexualidad, que hay muchas formas de prepararse para los mismos con la ayuda de externos o bien, vivirlos simplemente al ritmo que marque el instinto y el deseo y las necesidades de cada mujer y su pareja.

Es importante revisar nuestra concepción de la sexualidad y reconocer que forma parte de nuestra vida y que la manera en la que la vivimos y disfrutamos influye en otros aspectos y comportamientos. De forma simplificada, vale la pena saber que la libido es la pulsión que nos lleva a buscar el placer y la sexualidad la vivencia del placer. Y lo mismo que cuando el cuerpo necesita comer, nos vienen las ganas de comer; cuando el cuerpo necesita placer (y toda la bioquímica que le acompaña) aparece el deseo. Algunos autores como el biólogo y filósofo chileno Humberto Maturana señalan que “biológicamente somos seres adictos al amor” y Wilhem Reich que “la producción sexual es la producción vital per se”. Sin libido, perdemos el tono anímico, nos desvitalizamos, en alguna medida. 

La libido es una pulsión producida por nuestros cuerpos, y está prevista para la conservación y el mantenimiento de nuestro organismo. Como todo lo demás que ocurre en nuestro cuerpo, no ocurre porque sí, sino que tiene su sentido, su razón. El placer tiene una función orgánica benefactora y necesaria para la regulación de los sistemas orgánicos, que se puede definir en términos bioquímicos y neuroendocrinos; […]. Por otro lado, hace algún tiempo que sabemos que la función primaria de la sexualidad no es la reproducción, sino la regulación del propio organismo; la reproducción es una función secundaria de la sexualidad.[…] No obstante a todas estas constataciones del mundo de la ciencia, nuestra educación sigue haciéndonos adoptar una actitud racional crítica y negativa con respecto a nuestras pulsiones sexuales, que nos lleva en general a ignorarlas (la mayoría de las veces, y siempre que no son muy fuertes, inconscientemente), a no reconocerlas, o bien a inhibirlas. Es la socialización bajo la implacable presión del tabú del sexo, que de hecho, necesariamente, nos parte en dos, en cuerpo y mente

Casilda Rodrigañez, “La maternidad y la correlación entre la libido y la fisiología”

 

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