La impronta del nacimiento

La impronta del nacimiento

Cada bebé es antes, durante y después de nacer extremadamente sensible, más sensible que nunca lo será en su vida de adulto. Cambiar las conductas y los tratos que damos a cada madre y a cada recién nacido durante el nacimiento nos puede dar una nueva oportunidad como especie.

La forma en que nacemos y lo que sucede a nuestro alrededor en ese momento se imprime en nuestro cerebro desde el instante en que entramos en el mundo fuera del útero de nuestra madre: eso es la impronta del nacimiento.

Resguardar, cuidar, proteger y por todos los medios considerar lo que sucede cuando nace un bebé es de suma importancia pues aun se desconocen todas las connotaciones emocionales y psicológicas de nacer en un ambiente adverso o violento, y por violento entendamos cualquier maltrato que vivan la mamá o el niño durante el momento del nacimiento, incluyendo los pensamientos, emociones y sentimientos negativos que puedan estar presentes durante la gestación y el nacimiento de un bebé.

Las personas somos seres vitales desde la concepción y tenemos una información y una memoria celular desde que tenemos vida. Nos concebimos en pareja y cada persona que la integra (amorosamente o no), posee su propia cosmovisión de la vida que se comparte y cuando existe el orgasmo fecundador se crea una nueva cosmosvisión que se imprime, que se “impronta” en el ser concebido, en el bebé por nacer, lo que es equivalente a la creación de un nuevo universo personal y único.

Los padres nos heredan parte de su vida y también parte de su destino. Así, en la fecundación, el óvulo nos regala la consciencia histórica, nuestra “existencia”, y con ello el concepto de quienes somos, el poder para transformar la vida, además de la información bioquímica, proteínica y biológica, nos da nuestra conexión con lo trascendente, con lo divino. Por su parte, el esperma nos regala la actitud hacia la intimidad, por eso importa hacer el amor con amor, de ahí deriva nuestra capacidad para comprometernos con los demás. Mirar la concepción desde ese punto de vista es reconocer que todo afecta el momento del nacimiento: en positivo, o en negativo y eso se refleja luego en nuestras capacidades para confiar, amar, entregarnos, merecer, en el como sentimos y damos amor y misericordia, en como damos y recibimos placer, etc.

La impronta se puede describir como una “impresión” que es celular, biológica y conductual. Sí, la memoria bioquímica y celular se transforma o se traduce en conducta. Se puede equiparar a un tipo de aprendizaje temprano que sucede en un lapso de horas o días después del nacimiento, la impronta es el cimiento biológico de nuestro futuro comportamiento. Se da en muchas especies animales y gracias a la impronta los animales tenemos más opciones de sobrevivir, porque es un mecanismo natural para preservar la vida, refleja una evolución celular de nuestra salud y pertenece a nuestra resistencia física, incide en nuestra capacidad para reponernos a la enfermedad.

La impronta permite  que un  recién nacido se identifique con los que le rodean, así es que asume la especie a la que pertenece y se fija en sus semejantes para aprender muchas conductas que le permiten sobrevivir y desarrollarse. La impronta es entonces un mecanismo especialmente útil ya que la mayoría de las conductas de la impronta promueven la supervivencia de las crías recién nacidas. Esta impronta inmediata al nacimiento se conoce como filial o troquelado y el periodo sensible en el que sucede es casi inmediato al momento del nacimiento y en ella intervienen los sentidos del bebé: vista, olfato, oído, tacto y gusto.

 ¿Pero qué sucede con la impronta en los seres humanos si lo generalmente aceptado y practicado es interrumpir los momentos siguientes al nacimiento entre mamá y bebé?, ¿Acaso hemos pensado en las consecuencias negativas que pueden producirse en el recién nacido cuando es separado de su madre innecesariamente y solo por práctica común?, ¿Por qué es tan esencial entender la importancia de un embarazo y de un nacimiento feliz y saludable?, ¿Nos afecta la manera de nacer?, ¿Sabemos cómo?

Somos mamíferos. Cada bebé es antes, durante y después de nacer extremadamente sensible, más sensible que nunca lo será en su vida de adulto. Nuestras primeras impresiones se quedan con nosotros para el resto de nuestra vida, para bien o para mal. Para comprender mejor como sucede la impronta es importante conocer la estructura de nuestro cerebro: en la parte superior de la espina dorsal está el segmento llamado cerebro reptiliano que es responsable solamente de las funciones fisiológicas del cuerpo (que funciona aun si una persona está en coma); luego está el córtex cerebral, responsable de la actividad mental (funciones cognitivas como la lógica, el cálculo, etc.), y después está el sistema límbico responsable de las emociones, sensaciones y sentimientos y es este sistema el que durante la gestación, el nacimiento y la primera infancia, registra todas nuestras sensaciones y sentimientos sin traducirlo al idioma del córtex, simplemente porque éste todavía no está desarrollado y esa memoria vive en nuestro cuerpo para el resto de nuestra vida, nos demos cuenta o no.

Así es que tenemos que reconocer que si el amor es nuestra experiencia primal al nacer nuestro sistema nervioso imprimirá en nuestro sistema límbico el amor y la protección: sentir a la madre, olerla, escucharla y ojalá, sentir lo mismo del padre nos dará un sentido natural de felicidad, nos hará sentir que el mundo es seguro para nosotros, para cada nuevo bebé. Si en cambio las primeras experiencias son dolorosas, intimidantes, de soledad, de ansiedad, de separación; entonces eso se imprimirá en nosotros como primera experiencia de amor…

Investigaciones de los pioneros de la psicología prenatal como el Dr.Thomas Verny, el Dr. David Chamberlain y el Dr. William Emerson muestran que una cantidad increíble de condiciones físicas y disfunciones de comportamiento son el resultado directo de una gestación traumática y complicaciones en el parto incluyendo intervenciones innecesarias de instrumentos y una sobredosis de anestesia.

Todo afecta el nacimiento, pero sobretodo lo que interrumpe el contacto y la cercanía mamá-bebé al nacer: rutinas hospitalarias innecesarias, el corte rápido del cordón umbilical, el manejo impersonal del recién nacido, el uso de agujas, sondas, luces fuertes, ruido…, toda esa sobrecarga sensorial se graba enseguida en el sistema nervioso del recién nacido, lo que nos dice que en la impronta de esos bebés se queda el sufrimiento y el maltrato. El nacimiento con violencia nos deja vulnerables y afecta nuestra capacidad de amar, de confiar, nos acerca a las conductas adictivas, nos predispone a no saber enfrentar problemas, a la baja autoestima, a la incapacidad de sentir compasión, responsabilidad, empatía.

Es verdad que no siempre se pueden tener condiciones óptimas y seguras y amorosas para todos los nacimientos, y es verdad también que no todos los bebés nacidos en condiciones adversas son infelices al crecer, pero lo que no podemos negar es que debemos todos de cuidar esta ecología del nacimiento para proteger la manera de experimentar la vida por primera vez en los seres humanos. Este tema puede considerarse para un debate filosófico o no, pero es innegable que separar a los bebés de sus madres al nacer no puede ser bueno, al menos que ello sea absolutamente necesario para preservar la vida de cualquiera de los dos y ello merecería una atención especial para ambos para superar los momentos de separación. Esto refuerza que no debemos separar de su madre a los bebés prematuros, se requieren muchos cuidados, es verdad, pero ellos necesitan estar juntos para sobrevivir.

Entender el origen de la violencia en este sentido nos puede dar el remedio: sentir amor y bienestar al nacer puede ser el punto de referencia para crecer y mantenernos sanos y felices durante nuestro desarrollo a la vida adulta. Cambiar las conductas y los tratos que damos a cada madre y a cada recién nacido durante el nacimiento nos puede dar una nueva oportunidad como especie, para acercarnos a un estado natural y orgánico de felicidad, de seguridad, de amor y de conexión profunda con nuestras emociones y sentimientos.

Karla Lara

Twitter de la autora: @KarlaDoula

 

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