¿Qué ocurre dentro del cerebro para conducir a la fidelidad o a la infidelidad?
Sí se ha encontrado que los seres humanos somos títeres de las conjunciones que ocurren dentro de nuestro cuerpo y sobre las que no tenemos control.
Científicos estudian el papel de las hormonas y los genes en la fidelidad y en la infidelidad. Sí se ha encontrado que los seres humanos somos títeres de las conjunciones que ocurren dentro de nuestro cuerpo y sobre las que no tenemos control.
Por un lado se encuentra la oxitocina, la “hormona de los abrazos”, la “droga del amor”, o incluso la “molécula moral”. Un estudio encontró que los hombres que tenían pareja y que recibieron una dosis de oxitocina, se mantenían alejados de las mujeres atractivas. También se encontró que esta hormona no tenía efecto en los hombres solteros.
Se ha descubierto que es diferente la fidelidad social que la fidelidad sexual. Por ejemplo, la fidelidad social queda demostrada con el experimento de la oxitocina, pues el hombre se mantiene alejado de mujeres desconocidas.
En otros seres, por ejemplo los lemmings, crean lazos de toda la vida. Los machos pueden salir de repente a aparearse con otras hembras, pero siempre regresarán con su pareja al final del día. De hecho, si se les separa de su pareja, se deprimirán enormemente. Esto es debido al CRF (factor que libera la corticotropina, por sus siglas en inglés), que provoca un efecto similar al de un adicto que sufre en ausencia de la sustancia a la que es dependiente.
Otras hormonas como la dopamina, la vasopresina, los opioides y también pueden ser factores determinantes en la infidelidad. Dentro de nuestros cerebros se libra una batalla cuando nos vemos frente a la tentación de acercarnos a una persona atractiva: la oxitocina nos dice que amemos a nuestra pareja y el CRF ayuda a imaginarnos lo miserables que seríamos sin nuestro amado(a), por otro lado, nuestros circuitos de dopamina gritan lo increíble que debe ser el sexo con esa persona.
Todo este debate interno ocurre en la parte frontal del cerebro. Por si fuera poco, nuestros genes también tienen voz en el asunto. Pero por algo somos animales racionales, podemos ganarle a estas fuerzas internas, podemos analizar cuál es la mejor alternativa.